lunes, 19 de octubre de 2009

Amante Marchita



Dalia era una joven hermosa y dotada de las mas finas cualidades. Era una muchacha educada, respetuosa. Tan delicada como un pétalo de rosa. Mas su semblante era triste y sombrío, su mirada trasmitía tal melancolía podía penetrar el mas duro de los corazones.

Pasaba sus días encerrada en ese inmenso caserón en el que vivía con su madre, quien había enviudado hacia ya diez años. Dalia no tenía permitido salir a la calle ni tratar con personas que no fueran de la familia o de la servidumbre. Dalia era infeliz y una de las razones de su infelicidad era que , antes de morir su padre , la había prometido en matrimonio al hijo mayor de una familia adinerada, asegurando así su futuro. Puesto que al cumplir los dieciocho años, seria desposada.

Ella conocía desde pequeña a aquel hombre y quizás era ese otro de sus tormentos; Cuando ella aún jugaba con sus muñecas de porcelana, su futuro esposo llegaba a la casa a tratar asuntos de negocios con su padre. Y así transcurrieron los años siguientes, en la triste espera, hasta que al fin llego el día, su cumpleaños número dieciocho. Esa mañana la casa se encontraba tan alborotada como nunca antes. Sirvientes que corrían de un lado a otro, los cocineros preparaban un gran banquete, Ramos y cascadas de flores adornaban cada rincón. Perfumando todo el aire... Parecía que desbordaba el entusiasmo y la alegría en aquella vieja casa, nadie sospecharía que allí una bella joven moría por dentro.

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La ceremonia duró mucho menos que los preparativos, su angustia crecía minuto a minuto.Ya era entonces una mujer casada y partía del brazo de su esposo hacia la alcoba matrimonial, a cumplir con sus deberes de esposa.Dalia subía lentamente las escaleras, como queriendo que cada paso fuera eterno, podía escuchar las risas de los invitados que provenían desde abajo, la música de la orquesta, el chasquido de las copas chocando entre sí, en un brindis absurdo.

Pasaron los años; Dalia seguía siendo hermosa aunque la tristeza había hecho estragos consigo. Solo tenía veinticinco años,aparentaba de unos cuarenta. Su marido no la amaba, al contrario, la odiaba, ya que ella nunca pudo amarlo a el, ni tampoco pudo darle un hijo, ella había contraído una enfermedad que la había dejado estéril.
En ese entonces no existía el divorcio, tenía que soportar vivir con un hombre que no la amaba y ser humillada viendo como el se divertía con las criadas en sus narices....

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Transcurrieron diez años mas , Dalia se encontraba prácticamente en su lecho de muerte. Postrada en la cama, solo se levantaba una o dos veces al día. Pero esa mañana, en la que decidió salir al jardín, se sintió viva, después de tantos años.
Había un hombre allí parado en frente suyo, muy bien parecido, que la miraba tiernamente, con una sonrisa en su rostro.
El estaba arreglando el rosedal y se acercó a Dalia con una de las rosas blancas en su mano.

_ tome mi bella señora, -dijo-

Dalia sonrió por primera vez en casi veinte años.
Desde ese día todas las mañanas bajaba a desayunar y luego se dirigía al jardín. Daba largas caminatas entre las flores y arbustos, junto a aquel hombre que le había devuelto las ganas de vivir. Por primera vez hablaba con alguien que sentía que la comprendía, por primera vez era feliz.

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Aun así Dalia era una mujer correcta y de principios, no se atrevía a engañar a su marido. Habían pasado dos años desde que había conocido a aquel hombre, y nunca lo había besado, aunque lo deseara con toda el alma, esa mañana al despertar, Dalia se sintió cansada, adormecida, en los últimos tiempos habían vuelto algunos de sus síntomas, que ella había atribuido alguna vez a su desdicha.
Pero ahora no se sentía triste , sino cansada. Intento levantarse pero no tenia las fuerzas suficientes, tocó la campanilla de servicio que tenia a su lado para llamar a la criada; quien rápidamente acudió a su alcoba.

_ Ana, por favor, llama al jardinero.. dile que venga a verme
_ ...como señora.. ¿aquí?
_ ... por favor no preguntes ... ve y búscalo dile que lo espero aquí
_si señora, como usted mande.

Luego de unos minutos Ana volvió con Andrés, el jardinero, y se retiró dejándolos a solas.

_Oh! mi amado acércate...
_ Dalia, que es esto? Porque me has llamado aquí, sabes que si llegara tu marido, me mataría.
_ Quería tenerte cerca, ya no tengo fuerzas para levantarme, siéntate a mi lado.

Dalia recostó su cabeza sobre el pecho de Andrés, se sentía tan feliz, El acariciaba su cabello, el no hacía mas preguntas, no quería arruinar aquel bello momento.

_Andrés.. quiero que me beses..
_ pero tu nunca.. has querido.. nunca me permitiste..
_ ahora no importa, quiero sentir tus labios, antes de partir...
_de que estas hablando? partir a hacia donde?
_ siento que estoy muriendo Andrés, no quiero pasar a la eternidad sin haberte dicho que te amo, que eres el primer y único hombre que he amado, y sin sentir alguna vez tus labios. De no haberte visto aquella mañana, hubiese muerto ese mismo día. Tu me devolviste las ganas se seguir con mi hasta entonces miserable vida...

_no digas mas nada Dalia, no vas a partir aún ...

Y por primera y última vez.. Dalia sintió aquellos labios con los que tanto había soñado.
Por primera vez besó ella también con verdadera pasión. Y allí en esa cama, en esa habitación falleció en brazos de su amado y descubrió por primera vez lo que era ser feliz.

Fin.

By: Roxana Giselle

2 comentarios:

A Lady Blue dijo...

triste y a la vez bello final...

q tengas bella noche....


BONNE LUNE !!!

Unknown dijo...

Muy bonito tu blog, Estoy invitando gente a publicar sus aportes en un nuevo proyecto de Música no se si te interese colaborar con nuestro proyecto publicando tu, algunos de tus aportes Gracias

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