lunes, 16 de noviembre de 2009

Dime, Que sueñas?



...que esperas encontrar al despertar..?

prefieres cerrar lo ojos para no ver la realidad,
duermes pa
ra no escuchar...

solo oyes leves murmullos de desesperación
y ahogas tus gritos en ese vacio que provoca tu mente.
has borrado tus recuer
dos no existe vida pasada alguna ni vision de aquellos tiempos...
q te haga recordar..

el cansancio te ha vencido, la triste realidad corta los ultimos hilos de esperanza que tejen tu existencia.

despierta, asi lo sabras
abre los ojos y no temas mirar
escuchame...
y solo asi te salvaras...



Cold.

Fria como una muñeca de porcelana...
Oscura como la noche...
intrigante como el porque del fulgor de las estrellas...

terriblemente desolada...
felizmente solitaria...
dama de las tinieblas...
que camina por el sendero de los perdidos...

........

jueves, 5 de noviembre de 2009

Te animas a entrar?




Los cementerios despiertan diversas emociones, en mi caso, un sentimiento de profunda serenidad y admiración. Al observar las viejas lápidas mi mente crea un sin fin de historias y posibles sucesos. Las elegantes figuras de piedra, guardianes que velan por los que ya no existen, se imponen en la ciudad de los muertos.
El descanso eterno...

los invito a recorrer virtualmente algunos de estos lugares llenos de paz...


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un cementerio sepultado por la naturaleza y el misterio se alberga en todos sus rincones, bienvenidos a Highgate…


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Highgate fue el tercero de los siete, el arquitecto e ingeniero civil Stephen Geary, fue el encargado de diseñarlo y planificarlo. El lugar en el que se encuentra (de unos 20 acres) era parte de los terrenos de la mansión perteneciente a Sir William Ashurst, alcalde de Londres en 1693. Formado por una entrada en Arco Tudor que conectaba dos capillas, una a la derecha, la más pequeña de Disidentes (ahora una oficina), y a la izquierda está la Anglicana; seguidamente un grupo de construcciones con diseño gótico aunque dispuestas de forma clásica. El paisajista, David Ramsay, diseñó unos caminos serpenteantes y senderos que comunican el área de enterramientos con los edificios y la terraza, justo debajo de la capilla de St Michael. Se accede a esas construcciones a través de un arco flanqueado por columnas y obeliscos egipcios, conocido como la Avenida Egipcia.


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En muchos sitios es imposible saber donde empieza el cementerio y donde el bosque, dandole un mágico encanto de naturaleza devorando al hombre y a sus creaciones.

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Es morada de muchos huéspedes ilustres, pero quien mueve las masas hasta este lugar es el mismo que se encargo de moverlas en vida, Karl Marx. Su tumba está coronada por su gigantesca cabeza barbuda, aunque no siempre esta fue su tumba, inicialmente estuvo en otra parcela más abajo pagada por Engels, el partido decidió exhumarlo y colocarlo en donde se encuentra actualmente, un sitio más acorde para sus encuentros.

tumba antigua:

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tumba actual:

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Sin embargo, y a pesar de la importancia de sus importantes moradores el encanto de este cementerio no se encuentra aquí sino en la zona Oeste; la hermosa pero siniestra y enigmática, allí donde se encuentran panteones de gran belleza que han sido incluso declarados de interés histórico.


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Pero, este tampoco es su encanto según historias que se tejen hace mucho tiempo alrededor de él, éste funciona como un centro de poder o una puerta a otras realidades, se dice que nadie con conocimiento real de las artes arcanas pondría un pie en este sitio si le es posible evitarlo, pues existe en él una ruptura tan grande con la realidad que casi cualquier cosa se puede encontrar merodeando en sus senderos o en las catacumbas.

Esa misma caracteristica hace que quienes buscan el camino más rápido para enfocar sus conocimientos muchas veces hagan caso omiso a estas advertencias y se arriesguen a entrar pero no regresan u otros tantos regresan pero no son los mismos.
Aunque estando en el lado este se podrian encontrar sorpresas feas como devoradores de almas, nada se compara con el lado oeste donde hay circulos de demonios menores huyendo de exorcismos u otras cosas.

Estas mismas condiciones se prestan para que ocultistas aficionados hagan rituales, ouija o persigan tumbas buscando vampiros; los demonios entonces juegan a asustarlos suplantando a alguna persona o incorporándose en ellos para hacerles perder la conciencia por días o a veces hasta años.

Pero tambien se habla de dos demonios mayores, con todo y sus cortes, uno que habría fijado su residencia en las catacumbas y el otro que dicen habita en la tumba de Julius Beer quien fuera el dueño del periodico “the observer” y que siendo Judio renegó de su religión para poder ser enterrado allí, y que desde entonces le acompaño la mala suerte muriendo su hija y esposa antes que él rumorandose que las había asesinado; se ha regado la leyenda que es un vampiro pero lo que se supone es la realidad es que él solo es un alma que vaga escondiendo su cadáver y los de su familia para que no sean profanados por los caza vampiros.



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Otros cementerios:



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martes, 3 de noviembre de 2009

Gárgolas



Guardianes frente al mal

Se asoman desafiantes en las cornisas de las grandes catedrales góticas. Monstruos infernales, imágenes grotescas, muecas burlonas o animales dantescos. Cualquier representación es buena si consigue su objetivo: custodiar el recinto sagrado de los embates del Maligno. Son las defensoras pétreas, depositarias del encargo divino... Son las gárgolas.


La Leyenda que las formó

Refiere la tradición oral francesa la existencia de un dragón llamado La Gargouille, descrito como un ser con cuello largo y reptilíneo, hocico delgado con potentes mandíbulas, cejas fuertes y alas membranosas, que vivía en una cueva próxima al río Sena.
La Gargouille se caracterizaba por sus malos modales: tragaba barcos, destruía todo aquello que se interponía en la trayectoria de su fiero aliento, y escupía demasiada agua, tanta que ocasionaba todo tipo de inundaciones.

Los habitantes del cercano Rouen intentaban aplacar sus accesos de mal humor con una ofrenda humana anual consistente en un criminal que pagaba así sus culpas, si bien el dragón prefería doncellas.En el año 600 el sacerdote cristiano Romanus llegó a Rouen dispuesto a pactar con el dragón si los ciudadanos de esta localidad aceptaban ser bautizados y construían una iglesia dedicada al culto católico.

Equipado con el convicto anual y los atributos necesarios para un exorcismo –campana, libro, vela y cruz–, Romanus dominó al dragón con la sola señal de la cruz, transformándolo en una bestia dócil que consintió ser trasladada a la ciudad, atado con una simple cuerda.La Gargouille fue quemado en la hoguera, excepción hecha de su boca y cuello que,acostumbrados al tórrido aliento de la fiera, se resistían a arder, en vista de lo cual, se decidió montarlos sobre el ayuntamiento, como recordatorio de los malos momentos que había hecho pasar a los habitantes del lugar.


Sumideros Sagrados

Esta curiosa leyenda, más encantadora que real, viene a explicar el origen de la palabra gárgola como sinónimo de escupir agua con facilidad, intención primigenia de las esculturas ubicadas en las cornisas de iglesias y catedrales medievales.
El concepto de una proyección decorativa a través de la cual el agua se expulsase del edificio era conocido desde la antigüedad, siendo utilizado por egipcios, griegos, etruscos y romanos.

Mientras que los griegos tenían especial querencia por las cabezas de león, fueron los romanos los que utilizaron estos canalones decorativos con abundancia, tal y como lo demuestran los ejemplares de la ciudad de Pompeya, conservados intactos hasta la actualidad merced a la capa de lava que los cubrió durante la erupción del Vesubio, en el primer siglo de Nuestra Era.

Durante la Edad Media, las gárgolas se utilizaron como desagües y sumideros a través de los cuales se expulsaba el agua de la lluvia, evitando que cayera por las paredes y erosionase la piedra.Es esta la utilidad a la que se refieren todos los idiomas europeos, cuando idearon palabras para designar estos apéndices arquitectónicos: el italiano gronda sporgente, frase muy precisa, arquitectónicamente hablando, que significa "canalón saliente"; el alemán wasserspeider, que describe lo que una gárgola puede hacer, esto es, escupir agua; el español gárgola y el francés gargouille, que derivan del latín gargula, garganta; o el inglés gargoyle, derivado de los dos anteriores.
Las primeras gárgolas aparecen a comienzos del siglo XII. Es en la época del gótico, concretamente durante el siglo XIII, cuando se transforman en el sistema predilecto de drenaje, si bien no todas ellas tenían esta utilidad.
Parece que los primeros ejemplos góticos de gárgolas son las que se pueden observar en la Catedral de Lyon, seguidas de las que pueblan Notre-Dame de París.



Un arte terrorífico


Es raro encontrar una gárgola sola. Generalmente suelen estar agrupadas en hileras, sobre los altos de iglesias y catedrales, a modo de una sociedad de gente de piedra. Las gárgolas del primer gótico apenas si estaban elaboradas, pero según fueron proliferando, el diseño se fue haciendo cada vez más elaborado, transformándose en auténticas obras de arte.

El rasgo distintivo de sus expresiones es que nunca eran bellas sino intencionadamente horribles, grotescas o irónicas.
En general, el gótico se caracteriza por ser más realista que el románico, con la excepción de las gárgolas, que parecen perpetuar la fascinación, típicamente románica, por las criaturas grotescas y monstruosas.

Desde finales del siglo XIII las gárgolas se hicieron más complicadas, abandonándose la representación de animales, que fueron reemplazados por figuras humanas. Aumentaron su tamaño y se transformaron en figuras más exageradas y caricaturizadas.Las connotaciones demoníacas se abandonaron en el siglo XV, cuando se extremaron las poses y expresiones faciales, perdiendo sus significados religiosos y haciéndose más cómicas.

Las gárgolas eran algo más que una decoración funcional, si bien su significado profundo permanece aún sin determinar. Entre las numerosas que pueblan los edificios medievales no se han podido encontrar dos iguales, demostración de la extraordinaria imaginación de sus constructores.

La documentación contemporánea a su elaboración ofrece muy poca ayuda en la resolución del enigma sobre su significado derivado, en gran medida, de la costumbre medieval por crear ambigüedad, lo que provoca y permite múltiples sentidos.
La gran variedad, tanto en formas como en significados, va en contra del uso típicamente medieval, esto es, educativo; si se quería enseñar es evidente que debía entenderse el mensaje transmitido a través de las gárgolas. Es por ello que encontramos gárgolas no sólo en iglesias y catedrales, sino también en edificios seculares y casas privadas.



Guardianes de la Fe

Son muchas las explicaciones que se han intentado buscar, a lo largo de los siglos, para explicar el significado oculto de las gárgolas. Se han visto como símbolos de lo impredecible de la vida, pues nunca representan especies animales conocidas.
En otros casos, se ha dicho que son las almas condenadas por sus pecados, a las que se impide la entrada en la casa de Dios. Esta podría ser una interpretación apropiada, especialmente, para las gárgolas más visibles y terroríficas, que pueden servir como ejemplo moralista de lo que puede ocurrirle a los pecadores.
De todas las explicaciones posibles, la más aceptada es aquella que nos habla de ellas como guardianes de la Iglesia, signos mágicos que mantienen alejado al diablo. Esta interpretación puede explicar el porqué de tan diabólicos y espantosos aspectos y su ubicación fuera del recinto sagrado.

Esta línea argumental es la seguida por Richard de Fournival, Obispo de Amiens en el siglo XIII, y autor de Roman d’Ablandane, donde cuenta cómo el maestro cantero Flocars hizo dos gárgolas de cobre, que situó en la puerta de entrada a la ciudad de Amiens, con la intención de que evaluaran las pretensiones de todo aquel que quisiera entrar en ella.
Si el individuo era malévolo, las gárgolas escupían un veneno sobre él que lo mataba; por el contrario, si era una buena persona, los guardianes se encargaban de escupir oro y plata.


Señales Demoníacas


Entre las posibles interpretaciones que se han atribuido a las gárgolas destacan aquellas que las asimilan a representaciones del demonio, tan presente en el imaginario colectivo medieval, que recuerda al cristiano la necesidad de seguir los preceptos religiosos si quiere escapar del infierno.
Así, muchas de las llamadas gárgolas grotescas parecen representar a dragones, diablos y demonios, símbolos del mal para el cristiano de la Edad Media.
El dragón fue el animal fantástico más reproducido por el arte medieval. La palabra dragón deriva del sánscrito dric, que significa "mirar", en referencia a la capacidad de este animal para destruir con sus ojos.

Mientras que otros, como el león, podían alternar su carácter maléfico y benéfico, según la representación que se considerase, el dragón siempre ha significado, dentro del arte occidental, maldad y destrucción. De esta forma, muchas veces se ha representado al diablo como un dragón.

Aunque el arte medieval no predeterminó una representación fija del dragón, sí puede observarse en todos ellos la existencia de alas semejantes a las de un murciélago, animal asociado a la oscuridad y el caos. Alas que, probablemente, indican el origen angélico del demonio.Como es de sobra conocido, antes que Lucifer se revelase y fuera expulsado del paraíso, era el más bello de todos los ángeles.

Pero cuando cayó, toda su belleza se transformó en fealdad, cambiando su nombre por el de Satán, que significa "adversario u oponente".
Si uno es el diablo, Satán, muchos son los demonios, espíritus maléficos servidores del ángel caído. Su representación en la iconografía medieval recoge todo lo que de repugnante y desagradable tenía la naturaleza: si Dios era el Creador de todas las cosas bellas, su oponente, Satán, sólo podía representar lo feo, sórdido y despreciable.

Ciertas gárgolas muestran estas características, sólo atribuibles al demonio y sus servidores. Si bien la apariencia externa es humana, hay numerosos signos demoníacos: los cuernos, las orejas animales puntiagudas, los colmillos, las barbas, las alas membranosas, la cola, los pies en forma de patas hendidas y desgarradoras, los cuerpos desprovistos de vello y el semblante amenazador...

Una gárgola con alguna de estas características, sino todas, era inmediatamente asociada al mal, por parte de sus espectadores medievales.
La fisionomía polimórfica de estas gárgolas diabólicas era la expresión perfecta de la habilidad del demonio para transformarse, para presentarse ante el cristiano desprevenido bajo diversos disfraces.


Fuente de Información: Revista Enigmas
Autor: Mar Rey Bueno