jueves, 3 de octubre de 2013

La ciudad




Algo que no mencioné aún es que  nuestra morada se encontraba bastante alejada, ni siquiera digo de la capital, para llegar al primer pueblo debíamos recorrer medio día a carruaje.
Cada mes, era una oportunidad de visitar aquella pequeña ciudad, ¡ver un tumulto de personas!. Que placer me causaba caminar entre un grupo de desconocidos, sentir los olores del mercado al aire libre, ver los vestidos de las demás damas, recorrer cada uno de los puestos. y fascinarme con su diversidad y colores.
Una vez que ese recorrido terminaba, ibamos hacia la parte sur de pueblo,donde se encontraban los almacenes, la taberna y para mi lo mas importante; la librería. 
No siempre podía irme de allí con algún libro, mi madre a veces me los quitaba de la mano y diciendome muy amablemente, no podemos esta vez. hay otras cosas mas importante que llevar.
Si bien no nos faltaba el dinero, tampoco podíamos derrocharlo.
El Sr. Julious, el dueño ya me conocía y cuando notaba que eso sucedía, se acercaba y me daba el libro.
- cuando vuelvas el mes entrante, me lo traes de regreso, y me cuentas que te pareció.
Hoy puedo decir es esos momentos, era completamente feliz.

Asì fue como conocì el mundo, el real, como solìa decirme mi madre y el ideal, como solìa decirle yo.
Pero ni todos los libros de fantasìa que pude haber leìdo en aquellos dìas, hoy tan lejanos. Ni mi ilimitada curiosidad e imaginación podìan haberme preparado para lo que iba a ocurrir.